jueves, 28 de febrero de 2013

Las entrañas de Azeroth: vagos recuerdos de algunas mazmorras

Durante el camino hacia el nivel 80, cada semana o cada quince días, los viernes por la noche tocaba instance. El grupo (recordemos: cuatro personas) progresábamos más o menos al unísono (yo algo por detrás, por falta de tiempo y habilidad) y entre whoppers y patatas (o cuarto de libra con queso y patatas deluxe) decidiamos (decidían, realmente) qué tocaba esa semana.

Zul'Farrak fue la siguiente, después de Wailing Caverns. Ya me habían rusheado Síma Ignea y las dos Razorfen (Kraul y Downs). Y entonces tocó Maraudon.

Maraudon es una mazmorra larga. Larga de narices. Sólo comparable a algunas de las de Rocanegra. Fue la primera mazmorra añadida al juego después de su lanzamiento. Sí, el WoW salió a medias, y desde siempre se ha ido rellenando con contenido en todos los niveles. Con lo que se tardaba en subir de 1 a 60 tenía lógica añadir una mazmorra dentro de ese rango de niveles. Otras cosas que se añadieron con ese parche fue el canal /4 "buscando grupo", que no usaría nadie; la posibilidad de comprar monturas de las otras razas de tu facción; se nerfearon algunos bosses, mobs y quests; se subió la recompensa de varias quests; y también se introdujo la opción de ocultar yelmo y capa.

Era la época anterior al buscador, había que ir a pata hasta la entrada, y Maraudon tenía tres de esas entradas, que había que desbloquear. Pero al menos te concedían la gracia de no tener que limpiar toda la mazmorra de un tirón.

Maraudon era como Wailing Caverns pero a lo bruto: muchos túneles a distintos niveles, bastantes mobs, y los bosses no es que tuviesen nada de particular, sólo que eran durillos. Me atrevería a decir que hasta las mazmorras de Rasganorte no había muchos bosses de mazmorra que tuviesen habilidades o mecánicas algo complejas.

Lo que sí tiene Maraudon son algunos de los escenarios más espectaculares de mazmorras de nivel bajo. No son túneles oscuros y tortuosos de piedra desnuda, sino grandiosas cavernas luminosas y abundante vegetación (vegetación que se vuelve agresiva). Y es de agradecer que el paisaje sea algo bonito cuando wipeas varias veces y tienes que recorrer esa larga caverna hasta el boss (o pull) que te ha masacrado. Nada que ver con wipear en Rocanegra.

La Noche de Maraudon fueron cinco horas, cinco (hasta las cuatro de la madrugada) de wipes y risas, hasta que tiramos a Theradras. No volví a Maraudon hasta tener que buscar al Ancestro que se oculta allí para el logro del Festival Lunar, unos dos años después.

La siguiente mazmorra ya fue Templo Sumergido. Había estado questeando en Swamp of Sorrows, y el Templo era la extensión subterrána lógica de la zona. Es la primera mazmorra que recuerdo que había que hacer algo especial para activar bosses: lo de tocar las estatuas de las serpientes en un orden concreto. Yo simplemente me dejaba llevar. Lo mismo que cuando hice las de Rocanegra. Yendo con tios que llevaban cuatro años jugando todavía nos perdiamos y nos teniamos que parar a mirar los mapas en internet.

Mucha gente echa de menos esas mazmorras largas, pero vistas en perspectiva resultaban bastante tediosas. Pero cuando todavía no había expansiones, ni se sabía cuál sería el futuro del juego, era lógico que el contenido fuese largo para ocupar mucho tiempo a la gente. Pero hubo expansión, y poco después de recorrer las entrañas de Azeroth, desde las luminosas cavernas de Maraudon hasta las profundidades volcánicas de Rocanegra, tocaría cruzar el Portal Oscuro.

Continuará.

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