miércoles, 15 de enero de 2025

Mi nuevo homenaje a Lovecraft: La comparecencia Dyer

Mi 49º cumpleaños (en diciembre de 2022) fue fructífero en regalos. Cayeron varias de las adaptaciones que ha hecho Gou Tanabe de relatos de Lovecraft: La sombra sobre Innsmouth, El color que cayó del cielo, El sabueso, y muy especialmente Las montañas de la locura, un doble tomo absolutamente recomendable.

Poco después escuché en un podcast esta última, la única novela de Lovecraft, y pude comparar ambas versiones. Desgraciadamente no he podido releerla en papel (la leí hace unos 30 años) porque alguien prestó el libro a otro alguien, y aún no lo han devuelto.

Una de las cosas que más puede sorprender de Las montañas de la locura es que se trata de una auténtica obra de ciencia-ficción. De terror, obviamente, con tintes de fantasía, pero muy bien documentada y que demuestra que Lovecraft seguía en su momento con interés las noticias científicas, incluyendo la exploración polar. Un reciente documental sobre la expedición Shackleton y la búsqueda del Endurance me reforzó más esa idea. Para construir su relato, Lovecraft se documentó profusamente sobre los medios usados por las expediciones polares: trineos y sus perros, suministros, y también aviones y equipos de radio.

Para cuando Lovecraft escribió Las montañas de la locura (en 1931) se había dado por terminada la llamada edad heroica de la exploración polar. En 1929 se había volado ya sobre la Antártida, y las expediciones contaban con medios modernos. El último territorio salvaje de la Tierra ya había sido revelado al mundo. Pero por alguna razón empecé a cavilar sobre darle una vuelta de tuerca a un relato tan obvio de ciencia-ficción y pensar en dónde podría estar ubicado hoy en día, y la respuesta era muy obvia: en el espacio.

Apenas hemos metido un pie en el océano cósmico, nuestro propio Sistema Solar está plagado de misterios, y uno de esos mundo más misteriosos, el satélite Encélado, parecía un buen lugar donde ambientar esa historia. Así que me documenté un poco, me hice mis esquemitas, y empecé a escribir. Con muchos parones, eso sí. Pero hace unas semanas le di el último empujón, y aquí tenéis el resultado: La comparecencia Dyer.

Lovecraft, como muchos otros autores del XIX y principios del XX, cuenta sus historias en forma de testimonio, ya sean cartas o diarios, y me pareció una idea interesante usar una versión moderna de esos testimonios: la comparecencia del protagonista ante un comité. Y nada más que añadir, salvo compartirlo contigo, querido lector que has llegado hasta aquí. ¡Que lo disfrutes!



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